Ecuador se encuentra en una difícil situación energética que exige una acción inmediata y decidida por parte del gobierno. La crisis actual, es el resultado de años de desinversión y falta de mantenimiento en el sector eléctrico, que ha llevado al país al borde del colapso. La demanda de energía ha crecido al menos un 10 % y seguirá aumentando, lo que pone en riesgo la estabilidad del suministro eléctrico si no se toman medidas urgentes. No podemos seguir dependiendo de soluciones temporales, como el alquiler de generadores, para evitar apagones.
La situación se agrava aún más con el estiaje adelantado, que ha dejado los caudales de los ríos en niveles históricamente bajos, afectando gravemente la generación hidroeléctrica. La respuesta del gobierno, basada en la contratación de barcazas para proporcionar energía base, es un parche necesario pero insuficiente, se necesita una estrategia integral que contemple la inversión en nuevas infraestructuras, el fomento de energías renovables y la mejora de la red de transmisión y distribución para asegurar un suministro energético sostenible.
El costo estimado es de $10 mil millones para en la próxima década corregir estos problemas aunque puede parecer elevado, pero es un precio que debemos pagar para evitar un colapso mayor. La energía es esencial para el desarrollo económico y social del país, sin este suministro estable y confiable, Ecuador se enfrentará a apagones recurrentes y un retroceso en su progreso. Es hora de que el gobierno y todos los sectores involucrados actúen con responsabilidad y visión a largo plazo para asegurar un futuro energético seguro y próspero para todos los ecuatorianos.
