La alianza entre correístas y socialcristianos, aunque negada públicamente y a menudo desmentida por ambos bloques, es innegable en su impacto en la política ecuatoriana. Este 29 de octubre de 2024, la elección de Otto Vera como Primer Vicepresidente de la Asamblea Nacional refleja nuevamente la fuerza de este pacto. No es la primera vez que estos partidos se unen en momentos estratégicos, como en el juicio contra la ministra del Interior Mónica Palencia, donde el PSC respaldó al correísmo. Estos acercamientos no son nuevos; la relación entre ambos partidos ha sido de conveniencia más que de afinidad, fluctuando según el contexto político y las necesidades de poder. Desde los primeros intentos de coordinación entre Correa y Nebot para frenar al PRIAN en 2006, la historia ha evidenciado cómo ambos líderes, en sus momentos de influencia, encontraron en el otro un rival incómodo y a veces un aliado útil. Años después, la colaboración se consolidó en episodios como el juicio político contra María Paula Romo en 2020 y el intento de destitución de Guadalupe Llori, así como en el reciente juicio político contra Guillermo Lasso. Esta alianza se basa en la táctica y no en una visión compartida, aprovechando las coyunturas para fortalecer su posición frente a gobiernos y reformas. A pesar de los discursos públicos que intentan disimular esta alianza, los hechos muestran que el correísmo y el socialcristianismo están dispuestos a colaborar cuando les conviene. Es una relación pragmática, centrada en la repartición de cuotas de poder, en lugar de una verdadera ideología compartida.